TECNOLOGÍA APLICADA A LA EDUCACIÓN

La importancia de la ciencia y la tecnología en la educación general es algo comúnmente aceptado. En la medida en que la innovación en esos campos es un factor esencial en el desarrollo económico y social, los sistemas educativos han de promover una adecuada formación tecnocientífica de los niños y jóvenes como prioridad en el diseño de los currículos escolares. Esa dimensión de la educación general tiene, al menos, dos propósitos evidentes. Por una parte, generar de una masa crítica de individuos bien formados en los temas de ciencia y tecnología que favorezca el interés colectivo y las vocaciones individuales hacia el trabajo de investigación e innovación en dichos campos. Por otra, propiciar la alfabetización tecnocientífica del conjunto de la población para hacer posible su participación activa e informada en los debates públicos sobre las implicaciones sociales del desarrollo de la ciencia y la tecnología. Sin individuos bien formados que protagonicen los desafíos de la innovación tecnocientífica y sin una ciudadanía culta e interesada por esos temas, no será posible que los países puedan afrontar con éxito los desafíos de la emergente sociedad del conocimiento.

Sin embargo, no es seguro que los enfoques tradicionales en la enseñanza de la ciencia y la tecnología resulten fructíferos para la consecución de esos objetivos. La enseñanza de toda ciencias se ha planteado habitualmente como la mera transmisión de los resultados (leyes, teoremas, hechos empíricos...) de la investigación científica propia de cada disciplina, concibiéndose dicha actividad como algo al margen de los diversos problemas sociales. Por su parte, al considerarse que los contenidos tecnológicos serían corolarios o aplicaciones de los conocimientos científicos a los procesos productivos, la tecnología ha ocupado tradicionalmente un lugar secundario en los currículos escolares básicos, cuando no se ha relegado a la formación profesional específica. Una enseñanza basada en la transmisión descontextualizada de las teorías y los hechos de cada ciencia y en la consideración de la tecnología como mera ciencia aplicada no es la mejor forma de propiciar el interés por estos temas, de generar vocaciones para futuros científicos y de ofrecer la información que necesitan los ciudadanos para poder participar en las cuestiones más acuciantes de la sociedad actual.